La mayoría de los problemas de salud que vemos en la sociedad moderna tienen que ver con una mala alimentación. Sigue imperando una confusión total en cuanto a cómo alimentarnos, lo cual es lógicamente explotado por la industria alimenticia para incrementar sus ganancias con supuestos productos “saludables” (que por supuesto no lo son).
Yo siempre intento simplificar la información sobre nutrición, porque
en realidad es sencillo. He hablado sobre una pirámide alimentaria más saludable que la oficial,
sobre reglas básicas para comer bien, sobre una pirámide alimentaria evolutiva… y hoy voy
a hacer otro intento con “El
plato revolucionario“, que es mi versión de una nueva representación visual que están promoviendo para intentar
explicar a la población lo que es una dieta saludable (que en realidad no lo
es).
El plato de los nutricionistas de
la vieja escuela
Esta es la recomendación oficial del “Plato“, avalada por los
nutricionistas convencionales, que nos quieren mostrar de manera más sencilla
lo que deberíamos comer.
Si me sigues hace tiempo ya habrás identificado los problemas con esta propuesta.
·
Para empezar propone que más del
25% de tu alimentación esté basada en granos (cereales y legumbres), que si
bien son más tolerados por unas personas que por otras, difícilmente pueden
considerarse alimentos saludables, y menos en esas cantidades!!.
·
Parece recomendar que tu bebida
principal sea leche (complementado con otros productos lácteos).
·
Propone un porcentaje muy bajo de grasa,
que no aparece reflejada en ninguna de las porciones del plato, y ni siquiera
en los lácteos, porque la recomendación es que
sean desnatados.
·
Recomienda casi tantas frutas
como verduras, cuando son alimentos muy diferentes (aunque se tiendan a
agrupar); y si bien las frutas son un alimento natural, su alto contenido en
fructosa (azúcar) hace poco recomendable que formen una parte tan importante de
tu dieta, sobre todo si eso implica reducir los vegetales que consumes.
En el fondo, es la misma pirámide alimentaria tan dañina que nos han estado recomendando estas
últimas décadas, y que ha generado resultados tan nefastos en la salud de la
población.
El plato revolucionario – versión
“hard-core”
Esta es la versión ideal de tu alimentación, avalada por la
ciencia y la evolución.
Creo que es bastante autoexplicativa, pero por si acaso:
1.
Verduras y hortalizas: deben
ser la base de tu alimentación en términos de cantidad, aunque seguramente no
lo sean en términos de calorías, ya que su aporte calórico es bajo (pero muy
alto en nutrientes, combinación perfecta!);
2.
Productos animales de
calidad (carnes
rojas, carnes blancas, pescado, mariscos, huevos…), que de manera natural
aportan una proporción adecuada de proteínas y grasas. Cuando digo “de calidad”
me refiero a que intentes en la medida de lo posible que sean productos de
animales criados de manera natural (en libertad, con alimento adecuado,
sin hormonas, sin antibióticos…).
3.
Frutas: Si
bien la fruta no aporta ningún nutriente que no puedas obtener de los dos
grupos de alimentos previos, un par de porciones al día, por ejemplo a modo de
snack, te harán bien. Recuerda comer principalmente frutas con poco contenido
de fructosa y alto poder antioxidante en la medida de lo posible (¿cuáles son las mejores?).
4.
Agua: La
única bebida que tomamos durante millones de años, y la única que necesita
realmente nuestro cuerpo
Esta es la versión “hard-core”, con la que lograrás los mayores
beneficios para tu salud, aparte de ser ideal para que tu cuerpo se deshaga de
la grasa sobrante. Para muchos este enfoque es radical, aunque yo sigo pensando
que es mucho más radical llevar una vida que no es la ideal por no gozar de un
buen cuerpo, o estar tomando pastillas toda la vida para combatir las
enfermedades generadas por una mala alimentación.
En algunos casos, puede ser beneficioso incluir algunos tubérculos.
El plato revolucionario – versión
“light”
Tampoco estoy diciendo que seguir al pie de la letra la versión
anterior del plato revolucionario sea la única forma de llevar una alimentación
saludable. Hay personas que genéticamente tienen mejor capacidad para tolerar
alimentos de más reciente incorporación en la dieta humana, como los productos
lácteos y los granos (cereales y legumbres). Si crees que toleras bien estos
productos, y estás en tu peso ideal (o quieres subir de peso), puedes utilizar
la versión “suave”, que muestro a continuación.
Las verduras y productos animales siguen siendo los grandes
pilares, pero incorporo cantidades moderadas de granos (aquí está la lista de los que recomiendo), y
de productos lácteos.
Una advertencia:
cuando pregunto a la gente si toleran bien los lácteos o granos, la mayoría
dice que sí, ya que no sufren reacciones claramente adversas al consumirlos,
como aquellos que tienen intolerancia a la lactosa o son celíacos (intolerancia
al glúten). Sin embargo, eso no quiere decir que les sienten bien; en muchos casos simplemente se
han acostumbrado a vivir con las consecuencias y ya no son conscientes de su impacto;
es un efecto similar a estar mucho tiempo en una
habitación con un ruido constante, por ejemplo del aire
acondicionado; al rato te acostumbras y ni te das cuenta del ruido; sin
embargo, de repente alguien lo apaga y sientes
una tranquilidad increíble. Esto mismo le ocurre a mucha gente
cuando prueba la versión “hard-core” del Plato revolucionario durante 30 días;
por eso te recomiendo adoptarlo durante unas semanas, para saber realmente si
toleras bien estos productos. Mucha gente nota en pocas semanas sin consumir
estos productos (granos y lácteos) una mejoría importante en su digestión, en
la calidad del sueño, en los niveles de energía durante el día, en su pérdida
de peso… Si en tu caso no notas mejoría, siempre puedes volver a la versión
“light”.
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